Sinopsis: Tras la muerte de su marido y de su hija en un accidente, Diane lleva un año encerrada en casa, incapaz de retomar las riendas de su vida. Su único anclaje con el mundo real es Félix, su amigo y socio en el café literario La gente feliz lee y toma café, en el que Diane no ha vuelto a poner los pies.
Decidida a darse una nueva oportunidad lejos de sus recuerdos, se instala en un pequeño pueblo de Irlanda, en una casa frente al mar. Los habitantes de Mulranny son alegres y amables, salvo Edward, su huraño y salvaje vecino, que la sacará de su indolencia despertando la ira, el odio y, muy a su pesar, la atracción. Pero ¿cómo enfrentarse a los nuevos sentimientos? Y luego, ¿qué hacer con ellos?
Betseller totalmente ramplón y predecible en muchos aspectos.
Nos narra la historia de una mujer que ha perdido a su familia y después de un año decide cambiar de vida y elaborar el duelo de otra manera, para ello se marcha a un pueblo de Irlanda el primero que señala en el mapa y allí intenta rehacer su vida, se encuentra con unos caseros acogedores, a ella como buena parisina le extraña este carácter alegre y amable de la gente irlandesa, pero pronto se adapta a el. Pero su rutina se rompe cuando aparece el cascarrabias de su vecino, (como no, un hombre interesante, atractivo, fotógrafo) pero con el que tiene múltiples enfrentamientos.
Pero con el tiempo como siempre pasa lo predecible, lo único que hace diferente a la novela de las típicas novelas romanticonas es el final.
Si hay algo que me ha sorprendido es que Alfaguara tirara esta novela, es un tanto floja y lo único que le veo de atrayente es el titulo, se deja leer y es entretenida, pero pese a lo duro que es el tema en absoluto conmueve.
Primeras páginas de La gente feliz lee y toma café