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El viernes 1 de febrero dio el pistoletazo de salida BCN Negra, la cual este año se centra principalmente en la novela negra nórdica, siendo la homenajeada Maj Sjöwall.
El Confidencial, 3 de febrero de 2013
Hablemos de corrupción. Este primero de febrero empezó la novena edición de Barcelona Negra, que reúne en la capital catalana a varios de los perseguidores de asesinos y corruptos más agudos del planeta: los escritores de policiaca, de polar, de negra, como quiera llamársele. La novela negra está de moda en España, y no es casualidad. Este género nace en respuesta a la corrupción y siempre, en momentos de crisis, de suciedad, de injusticia vuelve a renacer. De hecho, los propios editores señalan que en este año el género ha superado en ventas a la novela histórica, que parecía tan difícil de descabalgar de los gustos populares. Pero es que ahora la gente quiere ver cómo se desenmascara al ladrón, al banquero, al político y cómo se hace justicia. O no.
Paco Camarasa, librero en Negra y Criminal, es el organizador de este tinglado. Y refrenda la opinión de que este es un género político. De literatura de evasión, nada. «Lo que llamamos novela negra, que es algo totalmente diferente a la novela enigma o a la novela policiaca, nació en EEUU en medio de una corrupción generalizada y en el crack del 29. Aquella crisis en la que los especuladores y banqueros de Wall Street se arruinaban y, algunos, se suicidaban. En esta crisis nuestra, que es peor, los banqueros no se arruinan, sino que nos arruinan a nosotros, y no se suicidan, sino que nos suicidan a nosotros».
«¿Cómo es posible hablar de un crimen individual cuando ellos, los poderosos, los de siempre, están procediendo al asesinato de lo colectivo, al latrocinio de los derechos, al estrangulamiento de la esperanza?», se pregunta Camarasa. «Hoy, una novela negra política es más necesaria que nunca, es la única posible«, concluye.
En esta crisis, que es peor, los banqueros no se arruinan, sino que nos arruinan a nosotros, y no se suicidan, sino que nos suicidan a nosotros.Andreu Martín es un clásico de la BCNegra. Y del género en España. En sus vitrinas amenazan tres premios Hammett y un premio Carvalho. El autor acaba de publicar Sociedad negra (RBA), una indagación sobre la presencia de mafias chinas en la sociedad catalana de hoy. Una novela, según el propio autor, indignada. «La novela policiaca -a mí me gusta más llamarla policiaca que negra- siempre ha estado comprometida con la denuncia. Policía y política tienen la misma raíz. En España, ha vivido un resurgimiento ya desde antes de estallar la crisis. Pero cuando la gente se conciencia más es en épocas como esta».
Ramón Akal es, quizá, uno de los editores más ideologizados (a la izquierda) del panorama literario español. Con su colección de novela negra ha recuperado o descubierto a los lectores españoles algunas de las obras más combativas de la historia del género. El marsellés Jean Claude Izzo, cuya literatura es un escupitajo a la segregación racial en Francia, es uno de sus últimos hallazgos. «Por supuesto que la literatura negra está ideologizada. Si no lo está, no es literatura negra. Se queda en policiaca. En la novela negra ni siquiera tiene que haber policía».
Hoy, una novela negra política es más necesaria que nunca, es la única posible «En cuanto a la salud del género en España durante los últimos años, Akal considera que algunos de nuestros escritores se alejaron de aquel compromiso. Un compromiso que, sin embargo, percibe que se recupera ahora. «La novela negra es un análisis crítico de la sociedad que nos enseña que tras la corrupción está implicado todo el poder. Hoy es normal que el lector se sienta muy identificado con este planteamiento. Pasó también en los países nórdicos. La novela negra resurgió con tanta fuerza porque empezaron a aflorar casos de corrupción. Es cierto que en menos grado que aquí, pero en los países nórdicos la corrupción se observa con mucha menos naturalidad que en España o en el resto de los países mediterráneos».
El premio estrella de la BCN, el Pepe Carvalho (mítico personaje de Manuel Vázquez Montalbán), le será entregado este año precisamente a una autora nórdica, Maj Sjöwall, sueca e izquierdista militante, paradigma del género en la actualidad. Más de diez millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Diez millones de bofetadas contra la corrupción, la desigualdad, la impunidad y el martillo negro del poder.
Maj Sjöwall (Estocolmo, Suecia, 1935) es una escritora y traductora sueca. Junto a su pareja sentimental, Per Wahlöö (1926-1975), escribió las diez novelas del detective Martin Beck, una serie que influyó notablemente en toda la literatura de crimen y misterio que se produjo después en el país escandinavo.
Sjöwall estudió Periodismo y Artes Gráficas. Trabajó como reportera para periódicos y revistas de Suecia antes entrar en la editorial Wahlström & Widstrand. Durante todo ese periodo no dejó de hacer traducciones del inglés, una tarea que desempeñó profesionalmente desde los 19 años. En la revista Idun, con la que empezó a trabajar en 1961, conoció al que sería su compañero durante 14 años: Per Wahlöö. Se casaron en 1962 y publicaron su primera novela a cuatro manos en 1965: Roseanna. Fue el primer título del detective Martin Beck.
Igual que su marido, Sjöwall fue una izquierdista convencida y sus novelas retrataban tramas policíacas pero también a la misma sociedad sueca. La pareja produjo una novela al año durante una década, hasta la muerte de Wahlöö: Roseanne (1965) El hombe que se esfumó (1966) El hombre del balcón (1967) El policía que ríe (1968) El coche de bomberos desaparecido (1969) Asesinato en el Savoy (1970) Un ser abominable (1971) La habitación cerrada (1972) Cop killer (1973) Los terroristas (1974) En 1971 se les concedió el Premio Edgar Allan Poe de novela negra por El policía que ríe. Fue la primera vez que se otorgaba a una novela no escrita en inglés. En 1973, Stuart Rosenberg adaptó al cine El policía que ríe, con Walter Matthau en el papel de Martin Beck. El título en español fue San Francisco, ciudad desnuda.
A los lectores de novela negra la semana esta servida, si viven en Barcelona no tienen excusa y a los que vivimos en otra ciudad, tal vez el año que viene nos lo montemos un poco en plan ganster en el trabajo y podamos ir.