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Familia Gallo Corneja, Ibrahim, Iris, Juana, Ladis, Lola, Los pájaros, Picabea
Pájaros quemados es una historia de pájaros: de los humanos y de los otros, puesto que aquí todo quisqui está a la que salta o a lo que pilla. Se abre la novela con Los Pájaros un par de delincuentes treintañeros del barrio bilbaíno de Otxarkoaga, apodados El guapo y Don calores, este último acaba de abandonar la cárcel y ya se van a complicar la vida en una timba de poquer cuando por un calentón para defender a Iris o Marina, a la cual chuleaba el Guapo en su día se monta un follón de mucho cuidado con la familia de Mateo Montero Jodorovitch, patriarca gitano y prestamista sin escrúpulos, la historia terminará a tiro limpio y los Pájaros tendrán que salir por patas de Bilbao.
Estos toman la decisión de ir al bar de Ladis, en la estepa burgalesa, pues Don Calores tiene antojo de pollo, y el pollo de Ladis era el mejor del barrio, nada más lejos, aunque le han dicho a Iris que van a ver a Ladis, piensan que la mejor distracción para que no les sigan los gitanos es decir el verdadero sitio al que van, así dan por descontado que en ese sitio no les van a buscar. ¡Vamos, de lógica total!
La familia Gallo Corneja, sale de vacaciones a Benidorm, y al poco de llegar se tendrán que dar la vuelta y quedarse sin vacaciones porque la abuela se atraganta con un hueso de codorniz, una vuelta al País Vasco de lo más movidita, pues les robaran el coche con regalo incluido un elemento de mucho cuidado, que acaba de escapar de prisión.
Lola Ferroso, expresidenta de Castilla La Mancha, está en el punto de mira de la fiscalía anticorrupción y ha perdido la confianza de su partido. De Lola no os hablaré mucho porque no os voy a contar toda la novela, pero la tendencia siempre es que los políticos son los que salen mejor parados, no digo que sea el caso.
Ibrahim Berrechid, padre de familia numerosísima, en su interminable viaje desde París a Marruecos comienza a desvariar por culpa de su nuera y la lujuria que se le desata al hombre con ella, lo que traerá consecuencias impensables.
El cura Picabea, párroco de infiesto, quiere volver a Bilbao, pues se ha portado mal en su parroquia por ser un viciosillo malvado y está convencido que todo el mundo le persigue. Juana Garrido, directora de una sucursal bancaria de Albacete, tendrá problemas por haber vendido preferentes y sobre todo porque no es capaz de superar el dolor de una perdida reciente.
Muchos de estos personajes coincidirán en el bar de Ladis que nunca había tenido un lleno semejante, uno de los días más calurosos del año en ese lugar dejado de la mano de Dios.
Novela coral con historias entrelazadas entre sí, que hace que algunos o casi todos los personajes coincidan en un determinado lugar por circunstancias del azar. A mí me ha parecido divertida a la para que original. Como pone en la portada si Valle-Inclán y Tarentino se juntaran podía salirles esta novela. Te deja con ganas de más.